Óscar Gómez/CorresponsalSan cristóbal de Las Casas.- María Hernández Hernández, con más de 85 años de edad quizá (pues no recuerdan su edad exacta), es una mujer que se dedicó casi toda su vida al trabajo de estibadora en el Mercado José Castillo Tiélemans, y quien desde las 8 de la mañana acudía como un día normal al Mercado José Castillo Tielémans, esperando llegue productos para introducirlo a los locales comerciales, pero que este fin de semana dejó de existir físicamente.María Hernández era originaria de San Pedro Vista Lucum, municipio de San Juan del Bosque, y vestía regularmente una nagua y un suéter de estambre, despeinada y con unos zapatos de color negro, un poco grandes, quien era viuda, ya que hace casi 15 años, habia fallecido su esposo Manuel Gómez Hernández, que se dedica al acarreo de productos en su mayoría carne de puerco, de la entrada del mercado a los locales de la nave principal y poco sabe de celebraciones.A pesar de que Hernández Hernández procreo 4 hijos, dos de ellos con vida y dos perdieron la vida recién nacidos, quienes también son carretilleros en la actualidad, habían intentado animarla con las diferentes celebraciones, incluso en el día de las madres, por la cultura que trae y el trabajo que ha hecho desde que tenía 4 años, según datos de sus familiares, quienes han visualizado la vida de diferente forma.Sus hijos quienes la cuidaban y se dedicaban a cargar productos igual que ella, recuerdan que fueron sus padres quienes la trajeron a vivir a esta ciudad y desde que tiene recuerdos su mamá ha sido “estibadora o carretillera”.“Va el golpe, va el golpe, voy a pasar, ya pues quítense” son algunas de las expresiones que en tono molestó gritaba doña María, quien lejos de hacer filas para cobrar algún apoyo de gobierno o celebrar días conmemorativas, desde las 8 de la mañana se le encuentra en las afueras de la nave principal de uno de los mercados más antiguos.Según sus hijos, por su edad y el riesgo que corría, le habían dicho que ya no trabajará, y más aún cuando falleció su cónyuge, pero ella siempre se negado, pues argumentaban “quiero trabajar, si me encierran, ustedes tiene la culpa si me muero o si me pasa algo”, lo que lamentablemente sucedió.A pesar de su avanzada edad, la mujer quien falleció por complicaciones en su salud, la consideraban la mujer más fuerte de San Cristóbal, pues cargaba hasta sus 80 años de edad, aproximadamente 100 kilogramos por viaje, haciendo un total de ocho al día, aunque va disminuyendo.Cuando comenzaron la actividad del acarreo de productos, dice uno de sus hijos, no usaban carretillas o diablitos, sino “el mecapal”, (lazo o cuerda), y su madre cargaba aproximadamente cuatro cubetas de 20 kilos cada uno, “dos en la espalda y uno en cada brazo”.Fue a raíz de la modernización que su madre también adquirió un diablito con el que en sus últimos días trabajaba.Doña María Hernández, sus últimos días de existencia física, las vivió en el Mercado, donde la gente que requeria sus servicios, ya no le pagaban tanto por el trabajo que hace, sino un dinero simbólico, “a veces más, a veces menos, algunos le dan 30, 40 por viaje de entrada y salida, siendo sus ganancias diarias entre 70 a 80 pesos diarios”.Maria Hernandez, tenía el pensamiento de tiempos pasados, “de que no quieren nada de gobierno y nos les interesa ni tener sus papeles en orden, si nosotros le decimos que vaya a pedir su apoyo, nos contesta que para eso tiene sus manos, voy a trabajar hasta donde yo pueda, no quiere nada”.Descanse en Paz.
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